sábado, 19 de diciembre de 2009

Árbol




A veces me siento como un árbol
solitario tras la tormenta,
azul, vapuleado y sin hojas,
ajeno a la olvidada primavera.
Entonces tomo conciencia
del débil objeto a la intemperie que soy,
vulnerable, desabrigado y leñoso,
alimentado del agua justa
y de la brisa gentil que corre
sólo cuando ella quiere.

Y es cuando más he de reafirmarme
como ser único, imponente,
imprescindible y respetable,
generoso de sombras cuando arde el sol
y de cobijos cuando enfría la luna,
firme y recio, eterno amigo
de leyes previsibles e imperecederas.

Anclado junto a sendas que no recorro,
he nacido para gratificar
el paso de caminantes que van y vienen,
riendo en mi soledad con la música lejana.
Y a veces alguien, antes de seguir su camino,
se detiene un instante, me mira agradecido
y deja grabados en mi tronco, para la eternidad,
un corazón con una flecha y dos iniciales.

Fernando©
15.12.2009.

martes, 8 de diciembre de 2009

Navidad





…En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna
la Virgen y San José, y el Niño que está en la cuna
Ande, ande, ande La Marimorena
Ande, ande, ande que es la Nochebuena….



¡Abuelo!...¿por qué lloras?
-No es nada mi niña, oye el villancico, ¿te gusta?
Si, abuelo, pero estás llorando.
-Es porque os quiero mucho.
¿Y porque nos quieres, lloras?
-El amor me hace llorar, sólo es eso.
Pues si nos quieres deberías reírte y no llorar.
- Sí, mi niña, os querré siempre y estaré contento.
¿Siempre, siempre?
- Siempre, mi amor.
¿Y cómo se quiere siempre, abuelo?
- Porque siempre serás mucho más importante para mí que yo mismo.
¿Y dices eso porque es Navidad?
- No, mi niña, lo diré siempre, pero en Navidad recordamos cuánto se puede llegar a querer.


Fernando©
6-12-2009

martes, 1 de diciembre de 2009

Querido amor





Te contaré que hace frío, el otoño se deja sentir
y el desván sigue sin arreglar, como lo dejaste.
Mientras te escribo se me hielan las manos
y esta noche he tenido que cubrirme con la manta
que me dejaste sobre el armario,
no sabes cómo se agradece ahora el sol en los huesos.

Murió la gata negra, tan mimosa.
Cerró los ojos mirándome, parecía
que me decía su adiós con una sonrisa
por tanto como la hemos querido,
pero tú no estabas para despedirla.
He llorado mucho y ahora estaré solo sin ella.

He arreglado un poco el jardín, recogiendo las hojas
que han caído con los vientos de ayer y anteayer.
Es lo menos que puedo hacer con las veces
que me dijiste que te gustaba ordenado.
Pero aún no he podado, lo haré uno de estos días
para que en primavera nazca la flor que te regalaba.

(He cenado una sopa caliente, es lo único que me apetece)

Y bueno, yo recuerdo mucho cuando tú estabas aquí,
de hecho es lo único que recuerdo todo el día.
Voy de aquí para allá y de allá para acá como si fueras tú,
como si tus ojos mirasen por mí todo lo que hago,
lo que me hablo yo solo y lo que te digo para contestarme
como si pensara por ti, sé cada palabra que me dirías
y cada mirada tuya cuando te cuento mis cosas.
Estabas tan atenta siempre. O me lo parecía.
Y es que nos quisimos mucho, yo te quise y tu me quisiste.

Por cierto, te has dejado en el armario la bata rosa que te ponías en casa.

Fernando©

1-12-2009