martes, 20 de abril de 2010

Navegando




Ni una lágrima,
ni una pena oculta más, amor,
mantén secos tus ojos
y franca tu sonrisa.
Deja ya de mirar atrás
y abre tu alma a la luz
que enciende el horizonte.
Siente sobre tus mejillas la fresca brisa
y sobre tus brazos, los míos.
Despliega tus velas y navega,
confía en la travesía porque yo,
este yo de ti engrandecido, te amo.

Acariciaré en silencio tus cabellos
mientras me hablas, bajo la luna, de ti,
de aquello que sentías en el puerto
del que ahora partes.
Me contarás que allí no salía el sol
y que tus lunas no tenían luz.
De nuestros recuerdos,
crearemos una nueva vida anterior
en la que siempre estuvimos juntos,
sin faltarnos un solo día.

Y así, navegando por los años,
asidos juntos a la borda de este navío,
sentiremos que no hay brújulas,
ni orígenes ni destinos,
y mirar hacia adelante
será tan hermoso como mirar atrás

Cada vez que se haga el silencio
besaré tus labios serenos, húmedos de brisa.
Nuestros suspiros, entonces, de tan próximos,
se creerán ellos por siempre uno solo.

Fernando©
9-4-2010