jueves, 23 de septiembre de 2010

Y de repente tus ojos...





Y de repente tus ojos
son de cristal opaco que mira triste,
unas pupilas al fondo que se esfuerzan
para obsequiarme una sonrisa de antaño.

Con una pesada mochila
sobre mi espalda te he visto,
me duele saber y no poder llorar ante ti,
no poder abrazarte una vez menos.

Flor de un otoño postrero,
hermosa pintura nacida entre azahares,
¿Dónde aquellos nardos?
¿Dónde el clavel que pisaste
de un mozo enamorado?
¿Dónde tu luz de tantas primaveras?

En la tibieza de tus manos
guardas el calor de tu cuna,
en la pintura seca de tus labios
se inspiran las rosas que vendrán
y en tu bondad anidarán
las golondrinas de la iglesia.

Te vas madre, pero allí donde vas
te esperan tus enamorados,
el torero, aquél médico de Valladolid
y el que te ha esperado siempre.

Nunca se habrán enamorado los ángeles
como de esa niña de Triana,
que les pedirá el piano celestial
para tocarles, con su alegría,
esa sevillana que recuerda tan bien.

No sabes lo que te quiero.


Fernando©
23.9.2010