martes, 1 de diciembre de 2009

Querido amor





Te contaré que hace frío, el otoño se deja sentir
y el desván sigue sin arreglar, como lo dejaste.
Mientras te escribo se me hielan las manos
y esta noche he tenido que cubrirme con la manta
que me dejaste sobre el armario,
no sabes cómo se agradece ahora el sol en los huesos.

Murió la gata negra, tan mimosa.
Cerró los ojos mirándome, parecía
que me decía su adiós con una sonrisa
por tanto como la hemos querido,
pero tú no estabas para despedirla.
He llorado mucho y ahora estaré solo sin ella.

He arreglado un poco el jardín, recogiendo las hojas
que han caído con los vientos de ayer y anteayer.
Es lo menos que puedo hacer con las veces
que me dijiste que te gustaba ordenado.
Pero aún no he podado, lo haré uno de estos días
para que en primavera nazca la flor que te regalaba.

(He cenado una sopa caliente, es lo único que me apetece)

Y bueno, yo recuerdo mucho cuando tú estabas aquí,
de hecho es lo único que recuerdo todo el día.
Voy de aquí para allá y de allá para acá como si fueras tú,
como si tus ojos mirasen por mí todo lo que hago,
lo que me hablo yo solo y lo que te digo para contestarme
como si pensara por ti, sé cada palabra que me dirías
y cada mirada tuya cuando te cuento mis cosas.
Estabas tan atenta siempre. O me lo parecía.
Y es que nos quisimos mucho, yo te quise y tu me quisiste.

Por cierto, te has dejado en el armario la bata rosa que te ponías en casa.

Fernando©

1-12-2009

6 comentarios:

  1. Buenos días, Fernando.
    Descubro este lugar desde Chile, y me ha gustado, así que con tu permiso, te apunto entre mis lecturas.
    Un abrazo, desde Segovia.

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  2. Muchas gracias Amando, yo también te incorporo desde Sevilla a mis favoritos.

    Un abrazo

    Fernando

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  3. Quizás lo olvidó con ganas de regresar.
    Un besito.

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  4. La sencillez hecha poesía. Aquí las palabras se ven salir del corazón.
    Me ha encantado.
    Un abrazo.

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  5. Un texto que nos toca una fibra muy sensible y profunda. Alguien que se ha ido... y aún no hemos logrado comprender por qué. Saludos cordiales.

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  6. La ausencia del ser querido amigo mío jamás se acepta. ¡Precioso! Me dejas sin palabras siempre bueno casi siempre porque es bien difícil que yo deje de usar la "palabra" para escribirte. Un abrazo.

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