miércoles, 3 de junio de 2009

La Plaza que lleva tu nombre


Anoche, ya madrugada,
fui desvelado a sentarme
en un banco de tu plaza,
esa que lleva tu nombre
y encierra entre cal tu alma.

Es una plaza pequeña,
ni redonda ni cuadrada,
con una fuente en el centro
en la que sonríe el agua,
antes de andar, generosa,
caminito de las plantas.

En una esquina, el naranjo,
con su flor que te embriagaba
en las noches de febrero
que anuncian Semana Santa.
Incienso de tu perfume,
azahar en mi solapa,
nocturno de cera y nardos,
de la Amargura en la entrada.

En otra, la buganvilla,
con flores y espinas malvas,
del color de los lunares
de tu traje de gitana,
que me escapaba hasta el cielo
al verte mientras bailabas
bien agarrá a mi cintura,
con clavos en tu mirada.

En los días de calor
te busco en la jacaranda,
con tus racimos de lilas
cayendo sobre mi espalda.
Flores que eran pupilas
el día en que, sonrojada,
como queriendo callarlo,
me dijiste que me amabas.

Los bancos son de azulejos
hechos a mano en Triana,
que los encargué pá ti
a un alfarero de fama.
En uno de ellos, tu nombre,
el que bendice la plaza,
y a su lado un corazón
con mi alma atravesada.
Es “Banco de Enamorados”,
que así las gentes lo llaman,
como sabiendo esa historia
que jamás fuera contada.

En la escarcha de tu banco,
anoche mismo lloraba
el apretar de tus manos,
y el dolor de tu mirada
cuando en la última luna,
¡maldita noche estrellada!,
te despediste de mí
en un hablar sin palabras.

¡Miles de besos me diste
y cuantos miles faltaban!
¿Dónde estarán tus Te Quiero
en esta noche callada?
¡Que triste suena la fuente!
¡Que fría ese agua helada!
Ya no huele el azahar
ni es lila la jacaranda,
que moradas son mis penas
y negro el aire que exhalan.

De luto vistió la noche,
las paredes encaladas
se hicieron hábitos pardos
en mi carne cartujana
y el dolor de un costalero
gritó tu nombre en voz alta.
Al fondo, como entre risas,
se entonaban sevillanas,
¿Quién tendrá ganas de cante?
¡Maldita sea toa su estampa!

Me retiré hasta los sueños
sin levantar la mirada,
que no quise ver las letras
de cerámica labrada
que el artista modeló
pá darle nombre a tu plaza
y, por dejarte un recuerdo,
te dejé allí mis lágrimas.


Fernando©

Diciembre de 2008.

1 comentario:

  1. Este poema me encanta, es lo más parecido a una historia de amor real, amor que se respira por todos sus poros; hay mucho amor/desamor en él.

    Besos

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